El lenguaje como herramienta para pensar
El lenguaje es una herramienta que permite realizar actividades intelectuales conjuntas. Es una herencia humana exclusiva diseñada para servir las necesidades prácticas y sociales de las personas y comunidades y que niños y niñas tienen que aprender a utilizar de un modo efectivo.
Entender cómo se puede utilizar el lenguaje para combinar mejor los recursos intelectuales, contribuye a obtener resultados prácticos muy útiles especialmente en educación. Utilizando la herramienta del lenguaje, las personas que trabajan juntas transforman la información que reciben, generando nuevas ideas y conceptos que dan lugar a un nuevos niveles de entendimiento. Como resultado de estos esfuerzos intelectuales conjuntos se pueden resolver problemas y retos más complejos de los que se podrían resolver individualmente. El lenguaje desempeña pues una función muy especial en el pensamiento colectivo.
La actividad mental conjunta
El problema es que en nuestro día a día se da por hecha esta función del lenguaje. Se reconoce que hay beneficios obvios en la actividad mental conjunta y en organizar nuestras vidas acorde al resultado. Es común escuchar que “dos cabezas pensantes son mejor que una”, refiriéndose a que los recursos mentales de dos o más personas juntas pueden alcanzar más que la suma de sus contribuciones individuales. Pero, dado que lo damos por hecho, se minimiza la importancia de la unión de la actividad mental en los procesos de creatividad humana y en los resultados que se obtienen. La mayoría de los logros significativos dependen de la comunicación entre personas creativas. La estructura del ADN, el micro-chip, incluso las canciones de los Beatles fueron, en esencia, el producto de colectivos creativos.
Trabajos más tradicionales y convencionales también dependen del modo en que sus practicantes comparten y construyen conjuntamente conocimiento y del modo en que se introduce a las nuevas incorporaciones cómo se ha adaptado el lenguaje para servir las necesidades de la “comunidad en que trabaja”.
Utilizamos el lenguaje para trabajar conjuntamente de un modo más efectivo, pero sabemos, por nuestras experiencias diarias, que las actividades conjuntas no siempre tienen éxito. Nos encontramos con personas que, con frecuencia, no se entienden entre si, provocando que su actividad conjunta genere confusión, reprima la creatividad individual y alcance sólo niveles de mediocridad. Estudiar cómo utilizamos el lenguaje para pensar conjuntamente puede ayudarnos a entender cómo la colaboración efectiva puede alcanzarse de un modo más fiable, y hacerlo en la escuela contribuye a que las nuevas generaciones estén más preparadas para operar de un modo más efectivo en la sociedad.