Pensamiento crítico: ¿Qué harías si tu vida dependiera de un botón?

Pensamiento critico: el dilema del prisionero

Estás en un barco retenido contra tu voluntad junto a cientos de civiles inocentes. La tensión es palpable. De repente, una voz siniestra irrumpe por los altavoces. Es el Joker que, burlón y desafiante, plantea lo siguiente:

“Tengo un juego para vosotros. En el barco que tenéis justo enfrente hay un grupo de criminales peligrosos, condenados por sus actos. Ambos barcos tienen el poder de destruirse mutuamente. En vuestras manos tenéis un detonador que activará una bomba en el barco de los prisioneros, eliminándolos a todos. Si decidís usarlo, os salvaréis… y ellos morirán. Si no lo usáis, y ellos aprietan su detonador primero, vuestro barco desaparecerá para siempre.”

Os da unos minutos para decidir. El reloj corre. A tu alrededor todo es confuso. Mientras unos gritan: “¡Aprieta el botón!”, otros permanecen en silencio, sopesando la situación: “son criminales… ¿merecen salvarse? Han demostrado con sus actos que pueden vivir con la carga de muertes inocentes. ¿Y si ya han decidido que nuestras vidas no tienen valor? Si aprieto el botón, ¿podré vivir con esa carga el resto de mi vida?”

Detrás de cada decisión que tomamos, ya sea rápida o reflexiva, hay un proceso mental que se activa automáticamente con las señales que recibe del entorno. Estas señales que nuestro cerebro capta de manera casi inconsciente, influyen en la decisión que estamos a punto de tomar. ¿Cómo funciona este proceso? Vamos a desglosarlo en pasos, utilizando el ejemplo del dilema que plantea el Joker.

Para ayudar a visualizar este proceso, revisa la infografía que resume los pasos de la toma de decisión.

Lo primero que hace nuestro cerebro cuando se enfrenta a una decisión es identificar señales en el entorno que permitan diagnosticar la situación y ofrecer la mejor solución posible. Al igual que un médico identifica síntomas en un paciente que le permiten diagnosticar su estado y proponer el mejor tratamiento, nuestro cerebro busca señales que nos ayuden a decidir.

La propuesta del Joker activa la búsqueda automática e inconsciente de señales en el entorno: estar retenidos contra nuestra voluntad, un juego siniestro, un personaje peligroso, un barco lleno de prisioneros peligrosos, que nuestras vidas estén en sus manos, la presión del tiempo y los compañeros de aventura… que influirán en nuestro diagnóstico de la situación.

Estas señales externas activan automáticamente, y sin que seamos conscientes, procesos internos en nuestro cerebro. Como explica Daniel Kahneman en su libro Pensar rápido, pensar despacio (2011), el Sistema 1, que es rápido e intuitivo, busca en nuestra “biblioteca de experiencias” situaciones similares que hayamos vivido o visto antes, ofreciéndonos una solución inmediata, que denominamos intuición.

Los gritos de “¡Aprieta el botón!” reflejan una reacción emocional que surge del miedo y de la creencia de que el otro barco apriete el botón primero, de que son criminales y ya han matado antes, o de que nadie quiere morir. El Sistema 1 nos ofrece una respuesta rápida y automática basada en las señales del entorno y en las asociaciones que nuestro cerebro hace con experiencias previas (Price & Norman, 2008).

Gary Klein, en su estudio sobre el modelo de reconocimiento de patrones (Klein, 1998), muestra que, en situaciones de alta presión, los profesionales experimentados confían en su intuición para tomar decisiones. Al igual que los pasajeros del barco, nuestro cerebro conecta señales clave con experiencias almacenadas para ofrecernos una respuesta inmediata.

Pero no todas las decisiones que tomamos son intuitivas. En algunas situaciones, el Sistema 1 no ofrece una solución satisfactoria, lo que nos lleva a detenernos y reflexionar más profundamente. En estos casos, el Sistema 2, más lento y deliberado, entra en acción. Este sistema analiza la situación desde una perspectiva más crítica, evaluando las implicaciones éticas y las consecuencias de destruir el otro barco (Faghihi et al., 2015).

Podemos ver un ejemplo de este proceso cuando uno de los pasajeros del barco de civiles toma el mando, decidido a apretar el botón. Su primera reacción, impulsada por el miedo y el instinto de supervivencia, es actuar. Pero, antes de hacerlo, se detiene. En ese momento, se activa el Sistema 2, cuestionando las asunciones iniciales (“Nos van a destruir si no lo hacemos”), valorando otras consideraciones como el peso moral de la acción: “¿Puedo asumir la responsabilidad de acabar con otras vidas, incluso si son criminales?”. Esta reflexión crítica del sistema 2 le lleva a reconsiderar su decisión inicial y sopesar las opciones más cuidadosamente.

Después de procesar las señales mediante el Sistema 1 o después de reflexionar con el Sistema 2, llega el momento de tomar una decisión. En el corto, vemos que algunos personajes están decididos a apretar el botón, otros dudan y uno de los prisioneros decide tirar el detonador por la borda.

La decisión que persona toma depende de las señales que ha percibido, la información a la que accede en su biblioteca de experiencias y el nivel de comodidad que se tiene con la solución intuitiva que ofrece el sistema 1. Algunos pueden optar por seguir la intuición, mientras que otros deciden reflexionar más profundamente antes de actuar.

Finalmente, el resultado de la decisión, sea cual sea, genera un aprendizaje. En caso del dilema del prisionero, el hecho de que ninguno de los barcos explote deja una enseñanza para todos los involucrados: a veces, la decisión más difícil (no actuar) puede ser la correcta. Esta experiencia se almacena en la biblioteca de memoria de todos los personajes, influyendo en sus futuras decisiones.

El dilema del prisionero es un ejemplo extremo, pero ilustra cómo funciona nuestro proceso de toma de decisiones. Desde que detectamos señales hasta que tomamos una decisión, ya sea basada en intuición o en reflexión crítica, seguimos un proceso mental que está presente en nuestro día a día, incluso en decisiones menos dramáticas.

¿Qué habrías hecho tú en el barco de los prisioneros? ¿Habrías confiado en tu intuición o habrías reflexionado antes de actuar? Te invitamos a reflexionar sobre tus propios procesos de toma de decisiones y a aprender cómo los mecanismos que explicamos en este post pueden ayudarte en el futuro.

Kahneman, D. (2011). Pensar rápido, pensar despacio.

Klein, G. (1998). Sources of Power: How People Make Decisions.

Price, M.C., & Norman, E. (2008). Intuitive decisions on the fringes of consciousness.

Faghihi, U., Estey, C., McCall, R., & Franklin, S. (2015). A cognitive model fleshes out Kahneman’s fast and slow systems. Biologically Inspired Cognitive Architectures, 38-52.

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