Parece estar madurándose una contradicción en el mundo empresarial. Por un lado, el entusiasmo por adoptar herramientas de IA con la ilusión de mejorar la productividad. Por otro, estudios recientes, como el publicado por Harvard Business Review (HBR), que señalan que más del 40% de los empleados está recibiendo contenido generado por IA que “carece de la sustancia necesaria para avanzar una tarea”.
Estos trabajos, bautizados como “workslop” o basura profesional y que se presentan como informes largos y estructurados, conclusiones resultonas, o diapositivas claras y atractivas ¿son malintencionados o un trabajo disfrazado de buen trabajo?
El workslop ha encontrado su “mercado” por la urgencia y sobrecarga que se vive en muchas empresas. De este modo, si estamos bajo presión, nos sentimos cansados o una combinación de ambos, buscamos ayuda para salvar la situación. La IA proporciona trabajos rápidamente con un lenguaje articulado y claro que nuestro cerebro acaba aceptando como fiable y válido. Si a eso le unimos la urgencia instalada en algunas organizaciones de “eso lo necesitamos para ayer”, la elección entre el informe generado por IA o dedicar horas para hacer un análisis detallado parece clara.
Pero este atajo que han encontrado los “creadores” supone carga y esfuerzo para los “receptores” en forma de retrabajos que anulan parte de las promesas de mejores productividades que traía la IA bajo el brazo. Y este retrabajo no solo repercute en la productividad. Según el estudio de HBR los receptores de workslops perciben a sus colegas como menos creativos, capaces y fiables. De este modo, la ilusión de la calidad inicial, además de la productividad, afecta a la confianza y la colaboración.
Y no nos olvidemos de los clientes, porque este problema no se queda en los límites de la oficina. Ya no son una excepción los casos de clientes que rechazan informes con inconsistencias, errores conceptuales y referencias inexistentes.
¿Es la IA una generadora de workslop? Según los expertos, no es responsabilidad de la IA sino de los empleados. La IA es solo una herramienta que amplifica la tendencia humana a buscar atajos y procrastinar. Podría entonces resultar tentador culpar a la pereza de algunos empleados. Pero el análisis debería llevarnos a mirar al liderazgo. Políticas de implementación que abogan por la IA en todo y a todas horas pueden acaban promoviendo una cultura de copiar y pegar sin pensar. ¿Se está priorizando la apariencia al rigor?
