Muchos de los problemas que se dan en la esfera pública no pueden ser resueltos a través debates, compromisos o señalando los hechos. Asuntos como el cambio climático o el aborto encarnan las tensiones que emergen cuando diferentes creencias, valores y prioridades son expresadas en un mismo foro. Encontrar respuestas al dilema del “¿Qué deberíamos hacer?”, muy común en las sociedades democráticas, supone un reto descorazonador para toda persona que está personalmente afectada por el asunto y mina la confianza en las instituciones tanto públicas como privadas.
La deliberación es un conjunto de prácticas que promueven las condiciones necesarias para entender y tratar este tipo de dilemas. Las personas que participan en fórums deliberativos son animadas a considerar no sólo estadísticas y opiniones de personas expertas en la materia, sino también la experiencia y los aspectos cargados de valores. Toda persona afectada por el asunto necesita sentirse bienvenida y animada a participar en la definición y tratamiento del problema. La deliberación pública requiere que las persona piensen de forma crítica y creativa, escuchen atentamente, examinen las asunciones y las diferencias en valores, se comprometan en mantener un diálogo respetuoso y honesto y expongan juicios bien razonados.
La deliberación tiene como finalidad entender mejor el problema con el fin de elaborar soluciones, no ganar un debate o permanecer en una postura. La deliberación está asociada al cultivo de una serie de capacidades que puede llevar a la construcción de un nuevo conocimiento, uno que resulta del trabajo conjunto.