La glosofobia
La glosofobia es el miedo a hablar en público. El término viene del griego, glosso que significa lengua y fobia que significa miedo o temor. Se cree que es la fobia más común ya que afecta a más del 75 por cien de la población. Se considera a la glosofobia como una fobia social que puede estar muy relacionada con la sensación de ansiedad intensa que sienten muchas personas antes de comunicarse verbalmente con una audiencia o incluso, simplemente, con la idea de tener que hacerlo.
También se relaciona con la tendencia a evitar eventos que centren la atención del grupo en las personas que atienden y con las sensaciones de sufrimiento que se reflejan físicamente en la sudoración de las palmas de las manos, la respiración entrecortada, el aumento de la presión sanguínea, las nauseas, la rigidez de los músculos del cuello y de la parte superior de la espalda, la boca seca y el incontrolable deseo de abandonar la sala.
Muchas personas comentan que el estrés que sienten afecta su capacidad para poder hablar. Esta circunstancia sólo se da cuando tienen que dirigirse a una audiencia o un grupo de personas. Algunas personas con glosofobia han sido capaces de bailar o actuar en público mientras no han tenido que hablar. Incluso han sido capaces de hablar o cantar siempre que no hayan tenido que mantener contacto visual con la audiencia.
La importancia de los nervios
Para tranquilidad de todas las personas, los nervios son algo natural. Debería ser una buena noticia que incluso las personas más experimentadas sientan nervios. De hecho, es esta sensación la que hace posible que una persona pronuncie un discurso inspirador e inolvidable. Las personas expertas en oratoria utilizan sus nervios como una señal de bienvenida de lo que realmente son: adrenalina.
Estas personas reconocen que necesitan esa adrenalina para alcanzar su máximo potencial. Esta respuesta de lucha o huida es provocada por una señal de estrés que el cerebro envía a la glándula supra-renal. La hormona que se libera, epinefrina, acelera el ritmo de la respiración, acelerando el flujo sanguíneo de los músculos; aumenta el oxígeno en los pulmones y da al cuerpo una explosión de energía. Mientras algunas personas se pueden sentir abrumadas por este estallido de energía y la mayor toma de conciencia que viene con él, otras lo consideran como el ingrediente indispensable para realizar una intervención sobresaliente.
Hay momentos, antes y durante una intervención, en los que se sienten nervios y se tiene miedo. Los nervios son naturales y pueden trabajar a nuestro favor. La clave está en aprovecharlos y permitir que alimenten la energía que permitirá que el discurso gane vida para la audiencia de un modo auténtico.
La autenticidad en el discurso
Hoy día, las audiencias demandan oradores y oradoras auténticas. El mayor reto que tiene una persona que se dispone a hablar a una audiencia es traer la autenticidad a su discurso cada vez que lo realiza. Las personas más expertas en el arte de hablar en público coinciden que uno de los pasos más importantes a la hora de preparar un discurso es practicar. Incluso después de haber dado el mismo discurso varias veces, puede resultar complicado mantener un tono de voz auténtico, especialmente una vez los nervios hacen acto de presencia.
Un discurso exitoso se apoya en la habilidad de conocer a la audiencia y establecer conexión. Si conseguimos que la audiencia viaje con nosotr@s, como si de una película se tratase, hemos conseguido cerrar el acuerdo. Para ello, la clave es acomodar el discurso alrededor de un tema que nos importe, intentando centrarnos en lo que podemos ofrecer a la audiencia.
La Fundación educativa Activa-t ha diseñado jornadas y sesiones de trabajo para hablar para un público infantil y juvenil con el fin de ayudar a l@s estudiantes a reducir su miedo a niveles que puedan gestionar. Cada año, los concursos de oratoria en inglés y castellano culminan con una final interprovincial donde los mejores oradores de cada provincia hablan a una entregada audiencia para conocer el ganador o ganadora de cada edición.