El docente y la comunidad de aprendizaje

El docente y la comunidad de aprendizaje.

Los estudiantes no son receptivos a los intentos de motivación del docente si tienen miedo, están resentidos o están envueltos por emociones negativas. Para crear las condiciones que hagan que los esfuerzos motivacionales sean bien acogidos, se necesita establecer y mantener el aula como una comunidad de aprendizaje. Es decir, se busca crear un lugar donde los estudiantes van principalmente a aprender, y que lo logran gracias a la colaboración con el docente y los compañeros. También se necesita orientar el currículum en las áreas que merece la pena aprender y desarrollar el contenido de un modo que ayude a los estudiantes a apreciar su sentido y su potencial de aplicación.

 

Estrategias de motivación efectivas

Es fácil observar que se deben dar ciertas condiciones para que las estrategias de motivación sean efectivas. La jerarquía de necesidades de Maslow, por ejemplo, establece que se deben satisfacer las necesidades de los niveles más bajos antes de que las necesidades de niveles más altos estén operativas.

En este sentido, los estudios en el área de la psicología industrial y organizacional han determinado los factores que influyen sobre la satisfacción y productividad de los empleados. Sus estudios indican que no sólo la naturaleza del trabajo y las recompensas que esperan recibir influye en la motivación de los trabajadores. Sino también el ambiente y las condiciones de trabajo, las relaciones con sus compañeros y, en especial, los sentimientos que tienen sobre su jefe. Incluso los trabajadores que no experimentan mucha satisfacción intrínseca en sus trabajos pondrán un esfuerzo razonable si aprecian a su jefe. Del mismo modo, mostrarán apatía o resistencia si perciben a su jefe como una persona opresora.

Citando los estudios sobre las prácticas exitosas en el mundo de la empresa, William Glasser (1990[1]) urgió a los docentes a que actuaran como líderes en lugar de jefes. Los líderes motivan reforzando en lugar de empujando, mostrando en lugar de diciendo, empoderando en lugar de atosigando, y enfatizando el trabajo cooperativo sobre objetivos compartidos en lugar de regular la ejecución. Es más probable que los docentes líderes consigan empoderar a sus estudiantes para que asuman responsabilidades y cooperen entre ellos que los docentes jefes.

James Comer (1980[2]) en su libro School power, Nel Nodding (1992[3]) en The Challenge to Care in Schools, Robert Pianta (1999[4]) en Enhancing Relationships Between Children and Teachers, William Purkey y John Novak (1996[5]) en Inviting School Success y Carl Rogers y H. Jerome Freiberg (1994[6]) en Freedom to Learn presentan ideas similares a cerca de establecer relaciones afectuosas y colaborativas con los estudiantes y sus familias. Estos libros abogan por crear un ambiente en el colegio en el que los estudiantes se sientan cómodos, valorados y seguros. Esto anima a los estudiantes a crear vínculos emocionales positivos con docentes y compañeros y una actitud positiva hacia la escuela, favoreciendo su motivación académica y de aprendizaje.

Entornos óptimos de aprendizaje

Muchas de las ideas que emergen sobre los contextos óptimos en el aula se centran alrededor del concepto de comunidad de aprendizaje (Baker, Terry, Bridger y Winsor, 1997[7]) que apunta directamente sobre dos aspectos clave que influyen sobre los entornos óptimos de aprendizaje:

  • Enfatizar el aprendizaje. Esto implica algo más que completar las tareas académicas o incluso aprobar los exámenes. Sirve como recordatorio de que los estudiantes van al colegio para adquirir conocimientos, habilidades, valores y actitudes, y que su aprendizaje debe ser enriquecedor.
  • Destacar que el aprendizaje se da en comunidad. Un grupo de personas con responsabilidades y conexiones sociales entre ellos y con el grupo en su conjunto. Esto implica que el aprendizaje será colaborativo al estimular y apoyar los esfuerzos de los compañeros. La comunidad de aprendizaje representa un contexto social donde los estudiantes se sienten cómodos preguntando, buscando ayuda y respondiendo a las preguntas pese a no estar seguros de las respuestas. Sus miembros comparten la creencia de que todos aprenden juntos, de modo que los errores se entienden como partes naturales del proceso.
Una comunidad de aprendizaje motivadora

Hay tres aspectos importantes que se deben cumplir para crear una comunidad de aprendizaje que siente las bases para motivar a los estudiantes:

  1. Hacerse atractivo a uno mismo y a su clase
  2. Centrar la atención en objetivos de aprendizaje individuales y grupales y ayudarles a conseguir esos objetivos
  3. Enseñar cosas que merezca la pena aprender, y de un modo que ayude a los estudiantes a apreciar su valor.

Los dos primeros aspectos hacen referencia a aspectos comunales de la comunidad de aprendizaje, el tercero, a aspectos de aprendizaje.

Si quieres reflexionar más acerca del docente y las comunidades de aprendizaje, visita nuestro blog.

[1] Glasser, W. (1990). The quality school: Managing students without coercion. New York: Harper & Row.

[2] Comer, J. (1980). School power: Implications of an intervention project. New York: The Free Press

[3] Noddings, N. (1992). The challenge to care in schools: An alternative approach to education. New York: Teachers College Press

[4] Pianta, R. (1999). Enhancing relationships between children and teachers. Washington, DC: American Psychological Association.

[5] Purkey, W., & Novak, J. (1996). Inviting school success: A self-concept approach to teaching, learning, and democratic practice (3rd ed.). Belmont, CA: Wadsworth

[6] Rogers, C., & Freiberg, H. J. (1994). Freedom to learn (3rd ed.). New York: Merrill.

[7] Baker, J., Terry, T., Bridger, R., & Winsor, A. (1997). Schools as caring communities: A relational approach to school reform. School Psychology Review, 26, 586–602

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