Desde el primer debate formal entre escuelas en USA (entre Harvard y Yale en 1892) millones de estudiantes Americanos y de otras nacionalidades han participado en debates académicos. Woodrow Wilson se unió al equipo de debate de Priceton mucho antes de ser presidente de esa universidad, gobernador del estado y finalmente presidente de los Estados Unidos. Los presidentes Kennedy, Johnson, Nixon, Carter y Clinton son ejemplos recientes de personalidades que participaron en el debate durante sus años de estudio. Pero puede que pases varios años debatiendo sin obtener mucho beneficio a cambio a menos que sepas lo que quieres hacer y aprender. Los beneficios de debatir:
– La habilidad de recoger y organizar ideas. Un buen debatiente puede absorber mucho material y seleccionar los ítems para el debate en cuestión.
– La habilidad de subordinar ideas. Un debatiente escuchará entre 4.500-5.000 palabras de su oponente durante una ronda normal de debate. Junto a sus compañeros de equipo, este debatiente dirá otras 4.500-5.000 palabras. Sólo siendo capaz de identificar las ideas principales de las secundarias puede el orador dar sentido a todo ese torrente de palabras.
– La habilidad de evaluar las evidencias. La habilidad de identificar las evidencias más importantes es el distintivo de un orador inteligente. No todas las frases, estadísticas o ideas de un debate merecen ser refutadas.
– La habilidad de ver conexiones lógicas. Aristóteles dijo una vez que la habilidad de ver las semejanzas entre cosas diferentes es el distintivo de un genio. La gran cantidad de información presentada durante muchos de los debates genera confusión entre quienes escuchan. Por ello, los oradores que pueden relacionar temas ayudan a clarificar el debate para la audiencia, a aumentar sus probabilidades de éxito.
– La habilidad de pensar y hablar de forma resumida. La claridad es esencia en un debate, donde el intercambio de ideas puede confundir a la audiencia. Los debatientes deben tener no sólo una idea clara sobre su caso sino también la habilidad de comunicar esa idea a la audiencia.
– La habilidad de hablar de forma convincente. Ser consciente de lo que la audiencia espera, lo que supone convencer a esa audiencia en particular, es esencial, tanto en el debate como en otras formas de oratoria.
– La habilidad de adaptarse. Dado que el debate es una situación fluida, en constante cambio a medida que las nuevas ideas son introducidas por los distintos oradores, es muy importante estar preparado para responder. En la practica, esta preparación implica que no sólo debes ser organizado, lógico, analítico y con capacidad para convencer, sino que también debes reaccionar rápido a las nuevas ideas que puedan surgir.
Estas habilidades serán de gran valor no sólo durante los años en el colegio sino también en otras muchas situaciones de la vida, porque cada situación legítima implica un legítimo debate.
La habilidad de debatir no genera buenos ciudadanos, pero las personas que no puedan hablar correctamente de un modo organizado es un ciudadano mudo, uno cuyas ideas se pueden perder en la multitud o que nunca se lleguen a oír. Por ello, debatir puede ser de gran valor para las personas y para la sociedad.