¿Van a necesitar las empresas más jefes?

¿Vamos a necesitar más jefes?

Un reciente artículo en El Confidencial afirma que “Las empresas van a necesitar más jefes, pero no como los de ahora (y la IA tendrá la culpa)”. Según el artículo, un aumento del 1% en el uso de la IA incrementa entre un 2,5% y un 7,5% la necesidad de directivos.

Esta idea de que la IA no solo no va a reducir la necesidad de líderes humanos, sino que la va a transformar, puede sorprendernos, sobre todo si pensamos que automatizar tareas operativas hará que las empresas necesiten menos jefes.

Pero, ¿cómo reaccionamos ante esta propuesta? Nuestras opiniones no se forman solo a partir de lo que leemos. También influyen nuestras ideas previas, experiencias y creencias. Para entender cómo interpretamos propuestas como esta, es útil reflexionar sobre dos elementos clave:

  • Las anclas externas: los datos y conceptos que recibimos, como las cifras del artículo.
  • Las anclas internas: nuestras creencias y experiencias previas sobre el tema.

Ambas interactúan entre sí y determinan cómo procesamos la información.

El artículo nos presenta un dato claro: el uso de la IA puede aumentar la demanda de directivos hasta un 7,5% por cada punto porcentual de adopción. Este dato es una ancla externa, es decir, un punto de referencia que nos ayuda a entender el impacto de la IA en el mundo laboral.

Cuando recibimos este tipo de información, nuestro cerebro intenta conectarla con ideas o creencias que ya tenemos. Estas ideas previas, que llamamos anclas internas, nos sirven para evaluar si ese dato tiene sentido o no para nosotros.

Muchas personas relacionan la IA con la automatización de tareas rutinarias. Esta idea ha llevado a pensar que, si las empresas necesitan menos personas para hacer estas tareas, también necesitarán menos jefes.

Esta creencia actúa como una ancla interna. Al compararla con las cifras del artículo, podemos reaccionar de diferentes maneras:

  • Si nuestras ideas coinciden con los datos del artículo, aceptamos las cifras como válidas. Por ejemplo, si ya creíamos que la IA no sustituye, sino que complementa a los líderes humanos, esta información refuerza nuestra visión.
  • Si nuestras ideas chocan con los datos del artículo, podríamos cuestionarlos. Por ejemplo, si pensamos que la automatización reducirá el rol de los líderes, nos costará aceptar que el uso de la IA podría aumentar la demanda de directivos.

El artículo no solo nos habla de cifras, también introduce una nueva idea sobre el liderazgo: los líderes del futuro tendrán que gestionar algo más que personas. En el contexto de la IA, liderar también implicará supervisar sistemas tecnológicos, gestionar datos y garantizar una colaboración eficiente entre humanos y máquinas.

Este cambio puede entrar en conflicto con nuestras creencias previas sobre lo que significa liderar. Tradicionalmente, hemos entendido el liderazgo como motivar, inspirar y coordinar equipos humanos. Ampliar esta visión para incluir la gestión de sistemas puede resultarnos extraño o incluso difícil de aceptar al principio.

Según cómo contrastemos estas ideas nuevas con nuestras creencias previas:

  • Si priorizamos la idea del artículo (el ancla externa), veremos esta nueva dimensión del liderazgo como una oportunidad para aprender nuevas habilidades.
  • Si priorizamos nuestra idea tradicional de liderazgo (el ancla interna), podríamos subestimar la importancia de este cambio y mantenernos enfocados en habilidades que podrían no ser suficientes en un entorno dominado por la IA.

La forma en que contrastamos la información nueva con nuestras ideas previas influye directamente en cómo interpretamos lo que ocurre a nuestro alrededor y en las decisiones que tomamos. Esto no solo aplica al tema de la IA y el liderazgo, sino también a muchos otros aspectos de nuestra vida profesional y personal:

  1. Si damos más peso a la información externa: Podemos tomar decisiones más abiertas al cambio, adaptándonos a las nuevas realidades que nos presenta el entorno. Sin embargo, podríamos depender demasiado de lo que escuchamos sin cuestionarlo del todo.
  2. Si damos más peso a nuestras ideas previas: Esto puede ayudarnos a ser cautos y reflexivos al procesar nueva información, pero también nos arriesgamos a rechazar ideas que desafían nuestra forma de pensar, limitando nuestra capacidad de adaptarnos.

El equilibrio entre lo que escuchamos y lo que pensamos es clave para tomar decisiones más conscientes y menos sesgadas.

¿Cómo influyen nuestras experiencias, conocimientos y creencias en nuestra opinión sobre temas nuevos?

No se trata de descartar una forma de pensar a favor de otra, sino de reconocer cómo estas ideas (internas y externas) interactúan para moldear nuestra percepción. Esta reflexión no solo nos ayuda a interpretar mejor las ideas presentadas en este artículo, sino también a tomar decisiones más equilibradas en cualquier ámbito de nuestra vida.

Te invito a ver el video para explorar más sobre los tipos de ancla y cómo influyen en nuestras decisiones.

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