Muchas personas confían en la información que publica la BBC porque la asocian con un periodismo riguroso e independiente. Durante casi un siglo ha sido uno de los símbolos del Reino Unido y un referente global de información “seria” y neutral. Esa reputación crea un efecto muy humano: si una persona, marca o institución nos parece profesional y honesta, tendemos a pensar que todo lo que hace también lo es. Es lo que se conoce como efecto halo: la buena imagen general “se extiende” a cada pieza de contenido, casi sin darnos cuenta.
Sin embargo, el caso del documental de Panorama “Trump, ¿una segunda oportunidad?” muestra cómo ese halo puede agrietarse. El programa emitió en 2024 un montaje del discurso de Trump del 6 de enero uniendo fragmentos separados por casi una hora y dejando fuera partes donde llamaba a manifestarse “de forma pacífica y patriótica”. En 2025 un informe interno muy crítico con esa edición se filtró a la prensa, estallando la polémica. La BBC reconoció un “error de juicio”, retiró el documental y anunció la dimisión de su director general y de la máxima responsable de BBC News.
A ese incendio se sumaron otras figuras de autoridad. En los días siguientes, Trump aprovechó el contexto para amenazar con una demanda de 1.000 millones de dólares y su equipo legal envió una carta exigiendo retractación, disculpas y compensación. Al mismo tiempo, líderes conservadores británicos como Nigel Farage y su partido Reform UK usaron el caso para reforzar la idea de que la BBC está “infectada de sesgo izquierdista”, y desde la Casa Blanca se llegó a calificarla de “fake news anti-Trump” animando abiertamente a la audiencia a ver canales alternativos como GB News. Estas declaraciones pueden “empujar” a personas que antes veían a la BBC como una fuente central y fiable a desplazarse hacia medios más alineados con su propia visión, alimentando la polarización informativa.
El propósito aquí no es defender ni atacar a la BBC, ni juzgar a quienes cambian de fuentes. El caso permite valorar cómo nuestra confianza en instituciones y personas influye nuestras decisiones. Antes del escándalo, la autoridad de la BBC hacía que mucha gente aceptara sus contenidos sin cuestionarlos: “si lo dice la BBC será verdad”. Después del escándalo, esa confianza puede romperse y convertirse en desconfianza automática “si lo dice la BBC, seguro está manipulado”. En ambos extremos, dejamos de analizar con calma el contenido concreto y nos guiamos sobre todo por la etiqueta, el logo o el nombre propio que aparece detrás.
Y esto no es exclusivo de la BBC. Pasa con empresas, líderes, políticos, influencers, consultoras, medios… y también con lo que compartimos y apoyamos en redes. Un jefe carismático defendiendo un proyecto, un gurú en LinkedIn recomendando una herramienta, un medio “de referencia” contando un caso complejo… muchas veces, sin darnos cuenta, lo que pesa no es el argumento, sino quién lo dice.

Las preguntas en un debate
En esta ocasión contaremos con Jaume Ferrer y Javier Abreu, quienes nos van a ayudar




