Debatir estimula el pensamiento crítico, valora la habilidad de analizar, requiere mayor espontaneidad que una exposición sobre un tema, canaliza la habilidad de decidir qué argumentos son más relevantes y entrena la capacidad de expresar un punto de vista con un uso del lenguaje que impresione a quien valora el debate.
El interés por el debate, desde el punto de vista de la Fundación Educativa Activa-t, es hacer todo lo posible para recrear la cultura de la conversación, de la disputa verbal controlada, de conectar ideas abstractas con la experiencia y hacer accesible “lo que sucede” a una juventud que pueden no tener conversaciones diarias con personas adultas sobre temas de actualidad. Traer una cultura de debate a la escuela significa conectar al alumnado con la realidad social, un ejercicio que pueden no tener la oportunidad de realizar de otra manera. Se trata pues de un acto de liberación social.
Si hablamos del impacto de la práctica del debate en las habilidades comunicativas del alumnado, hay varios puntos a tener en cuenta. Primero, debatir lleva consigo utilizar un vocabulario “particular”, que implica cierta formalidad. Nos mueve lingüísticamente a formas de hablar que llevan “prestigio”, palabras que importan y giros expresivos asociados a la comunicación exitosa. Con el debate, el alumnado utilizará conceptos abstractos, relacionados con la justicia o los derechos humanos, o hipotéticos, como lo que se debería o no se debería prohibir.
Debatir también incorpora un hábito de formalidad. Por ejemplo, elimina muletillas del tipo “eh” y “tu sabes” reemplazándolas por expresiones más formales como “señoras y señores” o “ustedes”. De este modo, un estudiante al que se le ha pedido que hable sobre por qué es bueno o malo el uso de uniforme escolar, puede empezar diciendo: “Señoras y señores, podríamos hacer felices a las personas adultas, pero el uniforme no tiene nada que ver con la calidad educativa”.
Sabemos que, en las conversaciones coloquiales del día a día, las muletillas son un elemento recurrente y muy presente. En este contexto, las frases coordinadas abundan (frases conectadas por conjunciones del tipo “y” o “pero”) Esta es, en realidad, nuestra forma “natural” de hablar. Pero también sabemos que estas características lingüísticas no se asocian con prestigio. El lenguaje influyente tiende a premiar la precisión, la fluidez y la formalidad.
Debatir permite al alumnado practicar modos de lenguaje que lleven implícito ese prestigio, palabras, frases, y recursos lingüísticos que contribuyen a aumentar la confianza, que se traduce en una mejora de las habilidades sociales y, por nuestra experiencia, en la habilidad de escribir mejor, al entrenarse la mente para estructurar ideas y expresarlas de un modo más potente, con mayor formalismo y precisión.
Esta es la razón por la que se deberían realizar debates en el aula en todas las asignaturas. Al hacerlo, creemos que damos al alumnado una ventaja lingüística muy grande, abriendo las puertas a una nueva y a menudo desconocida, forma de expresión. Con esta práctica se adquiere una mayor auto-confianza para responder al mundo y expresar la visión que se tiene sobre él.
Extender la práctica del debate es permitir que más jóvenes exploren nuevas formas de comunicación y hábitos lingüísticos a través de los cuales, pueden sentirse al mismo nivel y no por debajo del mundo que les rodea.