El estudio “Focus on Spanish Society” y el último análisis de Funcas muestran que, desde 2014, la distancia ideológica entre hombres y mujeres jóvenes no ha dejado de crecer en España. Ellos se inclinan cada vez más hacia posiciones conservadoras, y ellas hacia posturas progresistas. Esta diferencia, que no se observa en generaciones adultas, implica que jóvenes del mismo país y generación interpretan la realidad de manera cada vez más diferente. ¿Qué alimenta esta brecha?
¿A qué se debe esta creciente distancia ideológica?
Una de las claves está en el canal, el ritmo y el tipo de señales informativas a las que están expuestos los jóvenes. Según estudios recientes, más de la mitad se informan principalmente por Instagram, TikTok u otras redes, donde los algoritmos priorizan lo más reciente, compartido y retiene la atención. Esto genera una oleada de mensajes, vídeos y opiniones repetitivas que se refuerzan entre sí.
Esta exposición selectiva no es neutra ni aleatoria. Mientras ellas tienden a ver y compartir mensajes que destacan avances sociales y la igualdad, ellos tienden a ver y compartir contenido donde debates sobre feminismo o igualdad se perciben como amenaza o “victimización” masculina. La repetición y homogeneidad de las señales que recibe cada grupo refuerzan la sensación de estar en lo cierto. Cuanto más se repite un mensaje, más convencidos estamos de que es cierto.
¿Repetición = veracidad? Una clave universal
Más que un debate político o de género, este dato nos muestra algo más profundo: cómo los canales de información y los mensajes repetidos pueden moldear la manera en que interpretamos la realidad. La psicología de la percepción explica que nuestra mente tiende a dar más peso y credibilidad a lo más frecuente, visible y reciente. Esto genera un “efecto de verdad ilusoria” que nos lleva a pensar que mensajes repetidos, por muy falsos o parciales que sean, nos resultan más creíbles solo porque los vemos una y otra vez.
Este efecto nos lleva a tomar decisiones guiados por lo primero que recordamos, en más visible o más se repite a nuestro alrededor. Informes internos, rumores del sector, modas metodológicas o discursos de éxito pueden acabar imponiéndose en la agenda y en la tomad de decisiones. Por eso, es importante valorar cuántos relatos, perspectivas o versiones de los hechos dejamos entrar en nuestro día a día ¿Se alimenta nuestra visión solo de mensajes que confirman lo que pensamos?
Darse cuenta de este efecto sutil no es un ejercicio de desconfianza, sino el primer paso para pensar más allá de la inercia, tomar decisiones más libres y fomentar organizaciones y sociedades menos predecibles, más creativas y mucho más críticas y humanas.