Cómo preparar un discurso

 

Interpretar el tema

A la hora de preparar nuestra exposición, es importante tener en cuenta que, aunque hay libertad interpretativa sobre el tema, no debemos utilizarlo como título de nuestra intervención. El tema propuesto para el concurso de oratoria “la mejor forma de predecir el futuro es inventarlo” es deliberadamente genérico y no sugiere un área específica. En este sentido, hay que resaltar que el alumnado debe seleccionar el tema del que quiere hablar, no del que piense que debe hablar.

A la hora de preparar el discurso, hay que tener muy en cuenta la cantidad de intervenciones que van a escuchar el jurado sobre el mismo tema. Por ello, es más probable que recuerden una interpretación original y creativa del tema, con un título interesante o memorable.

 

Elegir el tema y el título

En muchos casos, el alumnado intenta pensar en un título para su intervención que esté conectado con el tema, para luego empezar a desarrollar su discurso alrededor del mismo. Es, normalmente, más efectivo seleccionar un tema sobre el que se quiere escribir un discurso primero, puede ser algo sobre lo que se sabe o algo sobre lo que se quiere saber más, para luego encontrar la conexión entre el área seleccionada y la temática propuesta. Un título interesante surge a menudo por “generación espontánea” durante la investigación o la escritura, o incluso una vez se ha terminado de elaborar el discurso.

Se deben considerar los siguientes aspectos a la hora de seleccionar el tema:

 

  1. Me interesa. El alumnado nunca debería escribir un discurso sobre un tema o un área sobre la que no tenga interés alguno. Es difícil “producir” entusiasmo y sin él, el alumnado no puede esperar mostrar todo su potencial expresivo. Por otro lado, podemos encontrar situaciones donde el alumnado evite escribir un discurso sobre un tema que conocen en detalle, por la frustración que genera no poder resumir todo el conocimiento que poseen en el limitado tiempo que disponen para su intervención. Por estas razones, el alumnado debe intentar encontrar un equilibrio entre los dos extremos. Por ejemplo, elegir un tema o área sobre la que no conocen mucho y en la que están muy interesados.
  2. ¿Interesará a la audiencia? La audiencia y el jurado no tienen que estar interesados en el tema elegido para que este les persuada. El alumnado debe intentar hacer sus discursos más atractivos demostrando al jurado y la audiencia la relevancia de sus argumentos. Por ejemplo, la ley de propiedad intelectual puede ser un tema que atraiga a poca gente hasta que se considera su conexión con las descargas ilegales.
  3. Poder investigar sobre el tema. El alumnado necesitará cierta cantidad de evidencias para apoyar sus argumentos y persuadir a la audiencia. El tema seleccionado debe ser fácil de investigar utilizando los recursos disponibles. Investigar sobre el tema es importante, no sólo para el discurso, sino también para el periodo de preguntas donde se valorará el conocimiento sobre el tema.
  4. ¿Podré exponer el tema en el tiempo establecido? Algunos temas son poco conocidos y explicarlos para que la información sea accesible para la audiencia y el jurado puede requerir una gran cantidad de tiempo. Por ejemplo. Puede que sea imposible convencer a la audiencia que “la “restauración Meiji” en Japón fue injusta con los daimios en 3 ó 5 minutos. La exposición debería comenzar resumiendo cómo era Japón antes de la restauración, luego explicar qué es un daimio y presentar después un análisis de las dos razones que prueben que los daimios sufrieron mucho como consecuencia de la restauración. Cualquier resumen, contextualización o información técnica que se requiera no debe suponer más de unas cuantas frases del discurso. Si esta información requiere una explicación elaborada, se debe considerar redefinir el tema.

 

Tormenta de ideas

El ejercicio de generar ideas puede organizarse en dos momentos del tiempo:

Tormenta de ideas inicial: una forma de decidir el tema es escribir la mayor cantidad de palabras e ideas que pueden conectadas con el tema en 60 segundos. Otro método es seleccionar algunas palabras del tema propuesto para el concurso (o varias permutaciones del mismo) ponerlos en el buscador y ver qué resultados obtenemos. Otro ejercicio similar implica seleccionar algunas palabras del tema propuesto y buscar su significado en el diccionario. Las definiciones resultantes, los sinónimos o antónimos pueden inspirar alguna idea interesante para el discurso.

Tormenta de ideas posterior. Una vez el alumnado ha decidido sobre el tema del discurso, es útil volver a realizar una tormenta de ideas, y escribir todas las palabras e ideas relacionadas con el tema que vengan a la cabeza durante 5 minutos. Este proceso ayudará al alumnado a identificar todos los posibles argumentos que se quieran utilizar en el discurso. También contribuye a decidir la menor manera de agrupar estos argumentos. Por último, ayudará a identificar los argumentos que no se vayan a utilizar en el discurso pero que pueden ser muy útiles durante el turno de preguntas.

 

Investigar

Una vez el alumnado ha decidido el tema de su discurso y ha dedicado tiempo a pensar sobre los diferentes ángulos o argumentos, se debe empezar a investigar en profundidad. Incluso si el alumnado tiene conocimientos sobre el tema, es importante aumentar la perspectiva lo máximo posible, y asegurar que las evidencias e información que utilizan en su discurso es fiable y actual.

El alumnado debe tener en cuenta los siguientes aspectos cuando se adentra en la investigación:

  1. Diferentes tipos de fuentes. El alumnado debe acostumbrarse a utilizar recursos basados en hechos (ejemplo enciclopedias), recursos académicos (como revistas y artículos de investigación) y recursos de opinión (como periódicos y páginas de noticias en internet)
  2. Información actualizada. El alumnado debe asegurarse que la información que se está utilizando para apoyar los argumentos está actualizada. Internet (por ejemplo Google) es muy valioso para verificar que la información que se está obteniendo (un artículo científico o de prensa) es la más actualizada posible.
  3. Múltiples fuentes. El alumnado debe intentar, cuando sea posible, tener más de una fuente de evidencia, particularmente cuando se utilizan datos estadísticos. No es muy acertado permitir que una evidencia, de una fuente, sustente todo un argumento del discurso.
  4. Anécdotas personales. Historias personales, mitos, recuerdos… son, por lo general, poco persuasivos, al carecer de claridad, certeza y aplicabilidad universal. Pese a ello, dependiendo de la naturaleza del discurso y el estilo utilizado, las evidencias anecdóticas pueden, en ocasiones, utilizarse con gran efecto, especialmente si el objetivo del estudiante es entretener o inspirar empatía en la audiencia. Las evidencias anecdóticas pueden utilizarse para demostrar la dimensión humana de un tema.

 

Expresión

¿Cuál es el propósito del discurso?

Podemos encontrar muchos tipos de oradores públicos: políticos, profesores escolares y universitarios, humoristas, presentadores de TV y radio, etc. Del mismo modo, también hay muchos tipos de discurso: un discurso en una boda, una presentación de negocios, un discurso de protesta, etc.

El propósito del discurso, o del estudiante, es lo que distingue un tipo de discurso público de otro. Un político busca persuadir al electorado. Un docente quiere informar e inspirar al alumnado. Un humorista quiere entretener a la audiencia.

En el contexto de la competición, el alumnado debe enfocar la tarea de escribir el discurso con un propósito claro en la cabeza, Un buen discurso debe intentar persuadir, informar, inspirar y entretener a la audiencia y al jurado.

Impactar desde el principio

La primera impresión es importante. La audiencia y el jurado están muy atentos al principio de la intervención. Es vital captar su tención desde el primer momento con una apertura confiada y precisa

Comparemos la apertura de este discurso:

“Señoras y señores, hoy voy a hablarles sobre el calentamiento global, causado por las emisiones de carbono. Les mostraré cómo el calentamiento del planeta provocará inundaciones, sequías, escasez de alimentos en algunas áreas al igual que disrupciones en el ecosistema. Luego les contaré qué podemos hacer para prevenir y evitar que esos efectos ocurran”

Con la de este:

“Sequías, plagas, hambre, muerte, guerra. Destrucción a escala global. No señoras y señores, no es una profecía bíblica, no son escenas de una película de desastres naturales de Hollywood, sino predicciones del mundo real si continuamos emitiendo dióxido de carbono a la atmósfera. Al final de mi intervención, les habré demostrado el papel tan importante que todos jugamos para evitar este devastador escenario. Porque, en estos momentos, es un hecho, no una ficción”

Los dos párrafos presentan la misma información, tanto la audiencia como el jurado saben el tema principal del discurso y el problema que van a presentar y la solución que van a sugerir. Pese a ello, mientras la primera intervención carece de pasión, la última tiene un componente dramatización con un sentido de urgencia. Una excelente forma de llamar la atención de la audiencia y el jurado es hacer el discurso relevante, “que vital es el rol que todos tenemos que jugar”. Utilizar palabras individuales, o frases cortas al principio del discurso, “muerte, guerra, destrucción a escala global”, aporta dramatismo a la apertura (una estadística impactante o una cita pueden tener un efecto similar).

Una apertura que lleve sentido del humor, de pena, o cualquier otra emoción, también puede ser efectiva. El tipo de apertura más efectivo viene determinado por el tema del discurso y el estilo del estudiante.

Un énfasis similar se debe poner en la conclusión del discurso. Debe conectarse esta parte con la apertura del discurso (por ejemplo, los problemas que identificamos, las preguntas que lanzamos, etc.) Todas las técnicas identificadas antes, y muchas más, pueden utilizarse para ayudar al estudiante a alcanzar una conclusión dramática y memorable. A menudo es efectivo, al finalizar el discurso, terminar con una pregunta retórica, algo que la audiencia reflexione mientras aplaude.

 

Habilidad verbal

El alumnado debería recordar que hablar en público no es leer un texto. Si el lector de un texto se pierde un párrafo o no entiende una frase, puede volver atrás y leerla de nuevo. Si una persona que escucha un discurso se pierde una línea o una frase, no tiene la oportunidad de volver a escucharla de nuevo, lo que lleva, en muchos casos, a que se pierda el sentido de la intervención y el interés y atención en la intervención. Por este motivo, cuando se habla en público, es muy importante hablar lento, claro y alto. Esto ayudará a asegurar que la audiencia y el jurado oyen todas las palabras, y pueden entender lo que se dice mientras escuchan.

El alumnado debe intentar cambiar el discurso, el tono de voz y el ritmo de su intervención cuando sea oportuno. Estas variaciones ayudarán a tener atenta a la audiencia y al jurado y ayudará al alumnado a mantener su concentración durante toda la intervención.

Las pausas también pueden ser muy efectivas. Se pueden hacer dos o tres pausas en el momento adecuado a lo largo de los tres o cinco minutos de intervención, y pueden utilizarse para enfatizar un punto importante o señalar la transición de una parte a otra del discurso. Utilizar un lenguaje particular junto al uso de pausas puede ser muy efectivo. Por ejemplo “el silencio fue ensordecedor”

 

Lenguaje no verbal

Durante la exposición pública, mucha de la comunicación es no verbal. Por esta razón, el alumnado debe ser consciente de su lenguaje no verbal si quieren conectar con la audiencia y el jurado. Gestos de apertura incluyen mirar a la audiencia, y utilizar las manos y los brazos libremente para demostrar enfatizar o apoyar las palabras utilizadas. Por el contrario, los gestos cerrados, incluyen brazos cruzados, no mirar a la audiencia o mover la cabeza.

Utilizar expresiones faciales y contacto visual se asocian a un buen lenguaje corporal. Si se quiere persuadir o inspirar a la audiencia y el jurado con el discurso, deben sentir la conexión con el orador y deben sentir que está les está hablando directamente a ellos. Como un aspecto general, el alumnado debería sonreír. Pero la expresión facial también pude utilizarse para proyectar el mensaje o la emoción que se quiere transmitir con el discurso, añadiendo una sensación de sinceridad y verdad a las palabras utilizadas. El contacto visual es otro modo de conectar con la audiencia y el jurado.

El movimiento es otra técnica que puede utilizar el alumnado para mantener a la audiencia y el jurado alerta. Al igual que sucede con el efecto de cambiar el ritmo o el tono de voz, o utilizar pausas, mover físicamente el cuerpo durante el discurso tiene el efecto de cambiar lo que la audiencia está oyendo y viendo, ayudando de este modo, a mantener la atención. Utilizar el movimiento puede ser muy efectivo en ciertos momentos del discurso, por ejemplo, dando un paso a delante cuando pasamos de una sección del discurso a otra, o cuando lo utilizamos como complemento del lenguaje, por ejemplo, cuando damos físicamente un paso atrás y decimos “demos un paso atrás y miremos el contexto histórico del tema”. Finalmente, la libertad de moverse permite al estudiante ver a la audiencia, muy importante cuando se intenta mantener contacto visual en un auditoria de grandes dimensiones.

 

Habilidades lingüísticas

El alumnado debería asegurar un uso consistente del vocabulario, evitando, por ejemplo, intercalar muchas palabras diferentes para decir lo mismo, ya que esto puede provocar confusión. El alumnado debería también asegurarse que las palabras seleccionadas ayudan a entender el sentido que se quiere decir. El lenguaje está lleno de sinónimos. Diferentes palabras, utilizadas en diferentes contextos, a menudo dan lugar a diferentes versiones de la misma idea. En este sentido, es muy útil examinar el uso que hacen los medios de una palabra con el fin de entender las implicaciones de su uso. Por ejemplo, ¿Se refiere el gobierno de US a los insurgentes como “luchadores por la libertad” o como “terroristas”? o ¿Denominan los movimientos por los derechos de los animales a los ganaderos como “trabajadores agrícolas” o como “asesinos”?

El alumnado debería evitar también utilizar giros coloquiales, no porque se pueda percibir como ausencia de formalidad, sino porque algunos giros son locales y pueden no ser entendidos por la audiencia y el jurado. En este sentido, el alumnado debería resistir la tentación de utilizar un lenguaje excesivamente formal u ornamental, pues a menudo, perjudica la claridad del discurso. Cuando se intenta comunicar una idea a un grupo grande de personas, a menudo ayuda mucho utilizar un lenguaje simple y claro.

El alumnado que ha dedicado mucho tiempo a investigar, puede estar muy familiarizado con todo lo relacionado con el tema. Pese a ello, el alumnado debe tener en cuenta que la mayoría de la audiencia no tienen su mismo grado de conocimiento ni especialización sobre el tema, y que, por tanto, deberán evitar utilizar tecnicismos, abreviaciones o cualquier otra terminología específica.

 

Confianza y estilo

El alumnado se siente más confiado y muestra esa confianza cuando transmiten sus discursos cuando tienen un propósito u objetivo claro en mente, impactan a la audiencia desde el comienzo con una apertura dramática o memorable, y utilizan unas habilidades verbales y no verbales efectivas.

Una buena forma de practicar la proyección de confianza es grabarse cuando practican su discurso (mucho mejor si tienen la oportunidad de grabarse practicando su discurso frente a una audiencia). Eso permite al alumnado revisar y valorar sus fortalezas y áreas de mejora en cada de las subcategorías antes mencionadas. También permite al alumnado valorar las secciones del discurso a las que la audiencia reaccionó positivamente, y aquellas en las que no, y el efecto que dichas reacciones tuvieron en su rendimiento y confianza durante el discurso.

Una vez el alumnado ha perfeccionado el arte de proyectar confianza mientras habla en público, el siguiente paso es desarrollar su estilo de presentación. Un estilo de comunicación persuasivo es lo que hace único al orador. Algunas personas tienen un estilo emotivo, y se sienten más cómodos persuadiendo a la audiencia sobre importantes temas sociales, económicos o globales, como temas medioambientales, políticos, humanitarios, etc. Para este tipo de personas, la habilidad de transmitir pasión y emoción es una gran fortaleza.

Otras personas tienen un estilo de comunicación más humorístico, y se sienten más cómodos cuando entretienen a la audiencia, a menudo, utilizando sátiras y utilizando el sarcasmo y la ironía con gran efectividad. Estas personas se sienten más cómodas utilizando la narrativa para comunicar en lugar de argumentos estructurado apoyados por evidencias empíricas. La efectividad de ambos métodos depende del tema seleccionado y el estilo natural del estudiante.

 

Para mejorar la confianza y el estilo, el alumnado puede:

 

  • Conocer profundamente las líneas que abren el discurso
  • Respirar profundamente un par de veces antes de empezar a hablar
  • Evitar llevar ropa incómoda o complementos que puedan llevar a la distracción
  • Beber agua antes de empezar
  • Guardar la calma si se olvida una palabra o se pierde el hilo del discurso. En ese caso, es bueno parar, beber un poco de agua y continuar

 

Nota en las notas

Utilizar las notas efectivamente o inefectivamente es a menudo lo que puede hacer que un discurso sea un éxito o un fracaso. Muchas de las personas que hablan en público como parte de su vida profesional, políticos, docentes, etc., se apoyan a menudo en notas, powerpoint, teleprompters, etc. En el contexto de una competición, es apropiado, y en cierto modo esperado, que el alumnado utilice algunas notas.

La clave es mantener el correcto equilibrio entre, por un lado, depender completamente en las notas, por ejemplo, leyendo el discurso y no manteniendo contacto visual o conectando con la audiencia de ninguna manera, y por otro, no utilizar las notas, recitando el discurso que se ha aprendido e interiorizado tras repetirlo cientos de veces y sonando sobre actuado o aburrido de tanto repetirlo.

En lugar de escribir el discurso por completo y aprenderlo e interiorizarlo, se puede escribir la estructura del discurso. El alumnado debe saber su introducción y conclusión muy bien (aprenderlo e interiorizarlo) y debe conocer bien la progresión de los puntos en el cuerpo principal del discurso, pero no aprenderlo de memoria.

El alumnado debe utilizar sus notas mientas hablan para recordarse a si mismos la estructura de su discurso y la progresión de los puntos dentro del cuerpo del discurso, de modo que puedan construir de nuevo cada frase y argumento cada vez que repiten su discurso. También asegura que cuando se está hablando, se conecta con sus ideas y con la audiencia no con una serie de palabras memorizadas siguiendo una secuencia particular.

 

Razonamientos y evidencias

Tesis

Proporcionar a la audiencia y el jurado una declaración de intenciones (tesis) al principio del discurso contribuye a que conozcan lo que el estudiante quiere lograr con su intervención, qué objetivos tiene, etc. La declaración de intenciones también da a la audiencia y al jurado una idea del contenido de cada una de las secciones del discurso.

Por ejemplo, consideremos la siguiente declaración sobre internet: “señoras y caballeros, al finalizar mi intervención espero haberles convencido, no sólo de que la pobreza global debería ser erradicada, sino que es un objetivo alcanzable en nuestros días, y que tenemos la responsabilidad de trabajar por alcanzar dicho objetivo”.

Los tres objetivos presentados en la declaración:

  1. Demostrar que se debería erradicar la pobreza en el mundo
  2. Demostrar que se puede erradicar la pobreza en nuestros días
  3. Probar que tenemos la responsabilidad de erradicar la pobreza del mundo

 

Consideremos también el contenido que apoya las tres secciones presentadas en el ejemplo anterior, por ejemplo, en la primera sección, se proporcionarán algunas evidencias que demostrarán la dimensión del problema, en la segunda sección, se propondrán soluciones al problema y en la tercera, se discutirán las razones por las que se debería solucionar el problema.

 

Utilizar evidencias empíricas

Hay diferentes tipos de evidencias que se pueden utilizar para apoyar el argumento: estadísticas de informes académicos o científicos, estadísticas de periódicos o páginas web, citas de artículos de investigación, periódicos o páginas web, etc.

Pese a ello toda evidencia empírica utilizada para apoyar un argumento debe:

  1. Venir de una fuente fiable
  2. Estar actualizada
  3. Ser relevante para el discurso.

 

Referencias irrelevantes, que vienen de fuentes poco fiables o evidencias que están desfasadas ineludiblemente afectarán a credibilidad del argumento y del estudiante.

 

El alumnado debería evitar un uso excesivo de evidencias empíricas. Discursos que contienen grandes cantidades de hechos o datos no son particularmente persuasivos, por la dificultad para la audiencia y el jurado de absorber tanta información.

El alumnado debería también recordar que nombrar la evidencia no sustituye explicar el argumento de un modo lógico, proporcionando a la audiencia algunas evidencias que apoyen los argumentos y analizando las evidencias para demostrar cómo y porque apoyan la tesis que se está presentando. Por último, cualquier evidencia empírica que se utilice debe apoyar o complementar un argumento del discurso, no dominarlo.

 

Utilizar ejemplos y analogías

Un argumento no siempre tiene que estar apoyado por hechos, números, citas, etc. Los argumentos también pueden apoyarse en analogías o ejemplos de cosas que las personas saben que son verdaderas bajo el estatus quo, es decir, sin necesidad de ser apoyadas por referencias estadísticas o citas de fuentes fiables para demostrar o probar la veracidad del ejemplo.

Por ejemplo, en un discurso donde se propone legalizar la venta, distribución y consumo de marihuana, en lugar de citar estadísticas de informes científicos o citas de artículos académicos, el estudiante puede apoyar sus argumentos haciendo referencia a otro país donde la venta, distribución y consumo de marihuana sea legal, por ejemplo, Holanda.

De este mismo modo, en lugar de dedicar tanto tiempo a justificar los límites de edad o explicar el complejo sistema de licencias, el estudiante puede simplemente apoyar sus argumentos haciendo referencia a situaciones análogas en dicho país, por ejemplo, el límite de edad y el sistema de licencias aplicables en la venta de tabaco en ese país.

Argumentos apoyados por analogías o ejemplos, que la mayoría de personas aceptan como verdaderas bajo el estatus quo, son, a menudo más persuasivas que argumentos apoyados por estadísticas o citas a fuentes que la mayoría de personas desconocen.

 

Utilizar razonamiento y lógica

Con independencia de que un argumento se apoye en evidencias, ejemplos o analogías, se debe proporcionar a la audiencia y al jurado un análisis que explique por qué lo que se está diciendo es verdadero y por qué lo que se está comentando apoya la tesis del discurso.

Cuando se argumenta, el alumnado debería intentar evitar hacer afirmaciones, asunciones u otros errores de lógica. Evidencias, analogías, ejemplos u otros hechos deben presentarse siguiendo un orden lógico de modo que apoyen el argumento que se está presentando y que ayuden a llegar a una conclusión lógica. Cada una de las declaraciones sobre un hecho u opinión debe seguir una lógica, con la declaración que la antecedió y apoyar el argumento en su conjunto. El alumnado debería evitar presentar una serie de afirmaciones en apariencia desconectadas.

 

Por ejemplo, la secuencia de un buen argumento deductivo:

 

  1. Todos los hombres son mortales
  2. Sócrates era un hombre
  3. Por tanto, Sócrates es mortal

 

Por el contrario, un mal argumento deductivo:

 

  1. Todos los hombres son mortales
  2. Sócrates era un hombre
  3. Por tanto, todos los hombres son como Sócrates

 

Trabajar con evidencias y opiniones conflictivas

Muchos estudiantes intentan hablar sobre temas interesantes. Muchos de estos temas no están resueltos y son debatibles, habiendo argumentos para ambas posturas. Durante la investigación, el alumnado descubrirá evidencias o informaciones que no apoyan la conclusión de su discurso o con las que no están de acuerdo.

No se debe ignorar esta evidencia o información. Discursos atrevidos y controvertidos son muy interesantes. Un orador atrevido reconocerá la existencia de evidencias y opiniones contrarias a la conclusión de su discurso y utilizará sus habilidades persuasivas y sus propias evidencias para persuadir a la audiencia de la credibilidad y la verdad de sus propios argumentos.

Hay muchas formas de retar o minusvalorar evidencias o informaciones que apoyan una conclusión contraria a la presentada en el discurso. El alumnado debe argumentar que la evidencia está desfasada o que la fuente de la misma es poco fiable, ejemplos de blogs publicados por personas desconocidas que son poco relevantes.

El alumnado puede argumentar que la evidencia es irrelevante, por ejemplo, porque hace referencia a un país específico o a una serie de circunstancias muy concretas que no aplican en el contexto que se está presentando. El alumnado también puede argumentar que la evidencia falla a la hora de considerar otros aspectos, por ejemplo, obstáculos prácticos que hacen inviable la posibilidad de implementar una solución al problema que en apariencia parece acertada.

Es importante recordar que la audiencia no es pasiva. Que está formada por personas que tienen una opinión sobre los asuntos que ven y oyen en el mundo en el que viven. Posiblemente es más fácil persuadir a una audiencia cuando se tienen en cuenta y se consideran ambos puntos de un mismo tema y se puede justificar la inclinación hacia uno de ellos.

 

La credibilidad es la clave

La credibilidad es una parte muy importante cuando se habla en público. Esto no quiere decir ser el más experto o con la mejor cualificación sobre el tema. Implica presentar argumentos fuertes y lógicos que apoyen la postura. No hay que olvidar que la audiencia y el jurado posiblemente no tengan un conocimiento o experiencia específica sobre el tema abordado en el discurso.

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